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La apnea del sueño es una enfermedad real. Y grave.

En los últimos años han surgido numerosas enfermedades nuevas: intolerancias a alimentos que en el pasado se han considerado la base de la alimentacion humana, efectos adversos a radiaciones electromagnéticas, desórdenes de la conducta infantil de proporciones epidémicas... incluso al calor de la aparición y popularización de la consola de juegos Wii se acuñó el término de wiitis para ciertas lesiones en el codo producidas por los movimientos del mando.

En algunos casos, estas nuevas enfermedades son el producto de un conocimiento más exacto de los mecanismos de funcionamiento del cuerpo humano. En otros casos, son el resultado de una visión algo miope sobre la variabilidad de las personas. Y en otros casos simplemente son la invención interesada para convertir en enfermos comportamientos, respuestas fisiológicas o variaciones anatómicas que en sí mismas no constituyen una enfermedad.

El síndrome de apnea hipopnea del sueño es una situación clínica caracterizada por episodios intermitentes de falta de respiración durante el sueño, que a su vez provocan reducción de la cantidad de oxígeno en la sangre, lo que a su vez ocasiona microdespertares para resolver cada uno de los episodios de falta de respiración. Las causas de este síndrome son variadas, incluidas las alteraciones cerebrales que reducen el impulso respiratorio. Pero la causa más frecuente es sin duda la obstrucción de la vía aérea. La apnea del sueño, sin embargo, no es ninguna enfermedad nueva. No es un invento del lobby médico en busca de nuevas formas de ganarse la vida. Una de sus primeras denominaciones fue el síndrome de Pickwick, aludiendo a uno de los personajes (“Joe el gordo”) de la novela de Charles Dickens “Los papeles del club Pickwick”. Es una condición que provoca alteraciones físicas muy importantes, como obesidad, hipoactividad, hipertensión arterial, estados de hipercoagulabilidad de la sangre, somnolencia diurna, etc, y que se traducen en muertes prematuras (por accidentes laborales y de tráfico, por infartos de miocardio, por accidentes cerebrovasculares) y en reducciones muy importantes de la calidad de vida, no sólo de los pacientes sino de las parejas de los pacientes, que tienen la desgracia de compartir habitación con este tipo de pacientes.

Las parejas sufren también porque la apnea del sueño es una enfermedad que tiene un síntoma muy frecuente, que en muchas personas no indica enfermedad, pero que en sí mismo es bastante molesto: el ronquido. Y este síntoma, a la vez, quizá por ser tan frecuente en la población general, ha hecho que el síndrome de apnea hipnopnea del sueño no sea a veces considerado una enfermedad seria, una enfermedad de verdad. Y de ahí a considerarlo una enfermedad imaginaria (imaginada por los médicos, y sin duda por los acompañantes en vela de nuestros pacientes) hay un paso. Muchos de nuestros pacientes han pasado ya por el médico de cabecera, por el otrorrino, por el neurólogo, por el neumólogo, y están concienciados de que algo malo les ocurre. Algunos vienen forzados por sus parejas. La mayoría, estoy seguro, no vienen al médico. No saben que tienen una enfermedad tratable. Simplemente acumulan noche tras noche de sueño no reparador, acumulan cansancio habitual como si fuera parte de ellos mismos, acumulan un sutil embotamiento del que no son conscientes. Y si alguien (¡a veces el vecino de arriba!) les dice que roncan mucho, puede que esa información pase sin modificar de uno a otro pabellón auditivo.....

Muchos pacientes no llegan a acudir a tiempo a la consulta. De esos pacientes sólo tenemos noticia por las muertes súbitas, los accidentes de tráfico, los infartos de miocardio o los infartos cerebrales. Otros no morirán por esta enfermedad, pero sus acompañantes nocturnos también la sufrirán. Sin embargo, los pacientes que acuden a la consulta médica, que se tratan la enfermedad, y que se curan, de repente entran en un mundo nuevo: un mundo en el que pueden estar atentos, en el que no tienen que tomar siete cafés diarios para mantenerse despiertos, en el que la siesta de dos horas no es un requisito para pasar la tarde, en que están más activos y pueden plantearse perder peso.

¿Cómo se trata la apnea del sueño? De muchas maneras. Lo más importante: tiene tratamiento; el tratamiento es eficaz. Los pacientes vuelven a una vida normal.

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