¿Cómo meter en un mismo post a los testigos de Jehová, las prótesis dentales, las matemáticas y a un
Empezamos por el final: mis hijos tienen un amigo, encantador por otro lado, que hace tiempo tenía por costumbre, como gracia, escupir hacia arriba bien alto para luego, en un alarde acrobático, volverse a meter en la boca su propia saliva. Mis hijos me lo contaban como algo asqueroso. Y esperaban una respuesta contundente por mi parte, quizá en relación a mi profesión como médico. Y claro, como médico me quedo sin armas y sin argumentos. Seguramente un antropólogo puede explicar mejor que yo porqué es asqueroso lo que hace el amiguito. También porqué es asqueroso escupir en un vaso con agua para luego tragarse el agua; si cambiamos el orden, finalmente en la boca va a haber, de igual manera, agua mezclada con saliva. Pero no es lo mismo, ¿verdad? Podríamos decir que la actividad de beber y por tanto mezclar agua con saliva no tiene la propiedad conmutativa. Bueno, entonces que venga un antropólogo que sepa algo de matemáticas.
Pensando un poco más, parece que para que nuestra propia saliva no resulte asquerosa debe mantenerse confinada a nuestra cavidad oral. Ya los labios son una frontera bastante clara, y cuando la saliva resbala por la cara, mejor no la volvamos a meter dentro, ¿no? Y si nuestra saliva se ha separado físicamente de nuestro cuerpo, entonces ya es directamente repulsiva. Así que la norma social y personal parece dictar que la saliva separada de su sitio se hace asquerosa.
Y eso me recuerda a los testigos de Jehová. En mi vida profesional he tratado en ocasiones pacientes que son testigos de Jehová, e indudablemente ha sido un reto terapéutico y moral. Es conocida su renuncia, por motivos religiosos, a las transfusiones sanguíneas. En esta religión, fundada en el siglo XIX en Estados Unidos, la lectura de la biblia se lleva a cabo con gran meticulosidad, y luego se interpreta de una manera a mi juicio sorprendente en lo concerniente a la sangre. El testigo de Jehová rechaza las transfusiones sanguíneas y el tratamiento con componentes de la sangre. Pero no sólo rechazan la sangre ajena. También rechazan la autotransfusión, un método habitual de transfusión sanguínea en cirugías programadas, en las que unos días antes de la cirugía se extrae y conserva sangre del paciente que va a ser intervenido, para que, si es necesario, se utilice en ese mismo paciente después. Menos conocida y probablemente con menos unanimidad entre los miembros de esta religión es su posición frente a la hemodiálisis. Y es que, al parecer, la clave está en que si la sangre no ha perdido el contacto con el cuerpo, sí puede volver al cuerpo. En la hemodiálisis la sangre pasa por un tubo y luego por una máquina, pero siempre hay una continuidad física (la sangre en el tubo) entre la sangre dentro del cuerpo del paciente y la sangre que hay en la máquina. Por eso, y seguramente porque la hemodiálisis evita directa, objetivamente y sin margen de interpretaciones más o menos fantasiosas, la muerte de un paciente sin función renal, este tratamiento suele estar aceptado por la generalidad de los testigos de Jehová. Aquí hago un inciso porque en mi (reconozco que breve) búsqueda por internet, no he encontrado nada definitivo en las webs de los propios testigos de Jehová. En todo caso, hay un cierto paralelismo entre la saliva y la sangre fuera del cuerpo, en el caso de la saliva por un “asco” cuya explicación dejo en suspenso (suspenso en matemáticas, podríamos decir), y en el caso de la sangre por una interpretación de la biblia más o menos cogida por los pelos.
Pero, cómo no, la cabra tira al monte, y a mí el asunto de la saliva y la sangre me ha recordado a algo a lo que francamente, resulta difícil acostumbrarse: a las prótesis dentales removibles. O si quieren, a las prótesis externas al organismo, en general (epítesis, por si sale como pregunta en el trivial).
En la rehabilitación oral tras la pérdida de piezas dentarias con cierta frecuencia se recurre al uso de prótesis removibles. Me refiero a las prótesis esas “del vaso de agua en la mesilla de noche”, que se ponen y se quitan varias veces al día para limpiarlas, y que muchos pacientes prefieren quitarse para dormir. Pueden ser prótesis completas, de toda la arcada dentaria, o prótesis parciales, que sustituyen una o varias piezas. Hay pacientes tan acostumbrados a ellas que pueden comer filetes tan ricamente, pero lo más habitual, lo que más vemos en la clínica es que los pacientes están incómodos, descontentos, y cada vez más buscan alternativas. Las prótesis removibles se mueven dentro de la boca, dejan comida atrapada sobre la encía, producen roces en la mucosa, impiden una correcta masticación, se salen de la boca en el momento menos oportuno…. Los problemas son innumerables. Aunque los implantes dentales ha reducido mucho el uso de estas prótesis, aún hay pacientes que las llevan. Es cierto que en pacientes muy mayores, que toman ciertas medicaciones, o que tienen enfermedades crónicas graves, el uso de implantes dentales puede estar desaconsejado, así que las prótesis removibles van a seguir en nuestro “catálogo de servicios” aún mucho tiempo. Incluso en algunas ocasiones, aunque el paciente lleve implantes dentales, por diferentes motivos nosotros mismos recomendamos una prótesis removible. En este caso las prótesis tienen un anclaje rígido en los implantes, y no se mueven ni rozan. Pero incluso en este caso, seguimos teniendo el problema de la “removibilidad”.
El problema de la “removibilidad” es, visto desde la fría perspectiva de la propiedad conmutativa, absurdo. Si crees que es lo mismo saliva con agua en el vaso y luego en la boca, que agua en el vaso y luego saliva y agua en la boca, entonces no hay problema con las prótesis dentales. Pero las personas somos complicadas, no seguimos normas racionales siempre. No aplicamos siempre la propiedad conmutativa. Tampoco la aplican los propios pacientes que utilizan prótesis dentales, que sienten muchas veces como algo vergonzoso el acto de retirarse la prótesis dental para que les podamos explorar (hasta un cirujano como yo se da cuenta de eso, menudo ojo tengo). Es una vergüenza de baja intensidad, digamos. Es algo tan sutil que no se habla de ello. Algunos pacientes incluso tienen vergüenza de consultar con nosotros para que busquemos una solución con prótesis fija. El coste, tanto en dinero como en citas médicas, esperas en la consulta, postoperatorios, es una variable a veces incontrolable. El “abuelo” está hasta el gorro de su prótesis de quita y pon, pero ¿cómo le va a decir a sus hijos que va tirar de sus ahorros para ponerse unos implantes? Así que voy a hacer, para terminar, un alegato.
Abuelos y abuelas del mundo: sus familias están encantadas con las prótesis de quita y pon que ustedes llevan. Ellos sólo ven la cara amable de las prótesis removibles. Ellos no suelen estar presentes en el momento en que se tienen ustedes que quitar y poner la prótesis. Ustedes les ahorran ese trance. Si ustedes están contentos con sus prótesis removibles, sigan con ellas. Pero si no lo están….. ya lo dice Raphael: ¿qué sabe nadie?